El uso directo del carbón está en descenso, y se reduce a algunas aplicaciones industriales y calderas de calefacción anticuadas. Lignito (izquierda), antracita (arriba) y hulla (derecha) son las principales variedades del carbón. Se distinguen principalmente por su poder calorífico. La montaña del fondo es de lignito. Fotografías: Ministerio de Educación y Ciencia
Poco más del 2% del consumo total de energía final es en forma de carbón, y es probable que este porcentaje sea prácticamente cero dentro de pocos años.
El gráfico refleja el peso abrumador de la generación eléctrica en el empleo del carbón como combustible.
Tan sólo algunas industrias reciben carbón para emplear en sus procesos de fabricación. Otra parte de la red distribuye carbón por las ciudades, incluso en algunas carbonerías que todavía sobreviven.
Muchas ciudades, como Madrid y Gijón, mantienen desde hace años programas de erradicación de las calefacciones de carbón, subvencionando su cambio por otros combustibles más limpios.
Se trata de eliminar el consumo urbano de carbón, y en realidad de eliminar su empleo como energía final.
Enlaces de interésCarbunión.
Federación Nacional de Empresarios de Minas de Carbón.
INRECA
Instituto para la Reestructuración de la Minería del Carbón y Desarrollo alternativo de las Comarcas Mineras.