La electricidad es la energía comercial más versátil, adaptable a casi cualquier uso y potencia, completamente limpia en el punto de consumo. Pero su coste ambiental también es muy elevado.
El crecimiento del consumo eléctrico se acelera año tras año, a pesar de todas las campañas de ahorro y eficiencia.
Algo menos del 20% del consumo total de energía final es en forma de electricidad, lo que equivale a unos 20 millones de toneladas equivalentes de petróleo (menos que el consumo de gasóleo de automoción). Pero para obtener esta producción de energía eléctrica ha sido necesario quemar una cantidad muy superior de combustibles fósiles y generar gran cantidad de residuos radiactivos.
En 2004, el 58% de la electricidad se fabricó en centrales térmicas, la mayoría de carbón. 23% en centrales nucleares, y tan sólo un 19% en centrales renovables (eólicas, hidráulicas, etc.).
Dominar el consumo eléctrico es por lo tanto un objetivo central de toda política energética. No obstante, las sucesivas campañas de ahorro y otras medidas, como las etiquetas enegéticas para electrodomésticos, no han conseguido resultados concluyentes.
De los variados orígenes de una energía única
Solución sostenibleLa electricidad es una energía muy costosa de producir, por lo que se debería reducir su empleo en aplicaciones que no necesitan una energía de calidad (como calefacción y agua caliente).
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