La energía final es energía refinada y apta para ser utilizada en todas las aplicaciones que demanda nuestra sociedad. Se trata de un producto valioso, que debe ser usado con la máxima eficiencia.
Los seis tipos principales de energía final: gasóleos y gasolinas, hulla y antracita, gas natural canalizado, electricidad, biomasa y calor solar utilizable.
Combustibles derivados del petróleo
La industria oferta una amplia variedad de combustibles petrolíferos para toda clase de usos, especialmente para mover vehículos.
Gas natural canalizado
Una gran ventaja del gas natural es que apenas requiere transformación para convertirse en energía final utilizable.
Carbones
El carbón se aleja progresivamente de las ciudades y las industrias, sustituído por combustibles más versátiles y más limpios.
Electricidad
La energía más limpia y versátil de todas, pero también la más costosa de producir.
Biomasa
Utilizada en muchas variantes, se trata de un combustible con crecientes posibilidades.
Calor utilizable
La energía final más simple de producir y la más ampliamente distribuída: se encuentra en cualquier lugar donde brille el sol.
Emplear los tipos de energía final menos contaminantes en su consumo y más versátiles en sus aplicaciones.
Aplanar la curva de demanda de electricidad, que no cesa de crecer en los últimos años.