En dosis muy reducidas, los tóxicos actúan como venenos potentes sobre el organismo. Determinados procesos de generación o transporte de energía tienen un riesgo potencial o real de emisión al medio ambiente de estos compuestos. Tres puntos donde se pueden encontrar tóxicos: el humo de la chimenea y las cenizas de una incineradora, y un transformador de corriente eléctrica.
Benceno, hidrocarburos aromáticos policíclicos y otros compuestos orgánicos persistentes son algunos de los tóxicos que escapan a la atmósfera al manejar y quemar combustibles fósiles en centrales térmicas, calefacciones y motores de automóvil.
Otra fuente de compuestos tóxicos relacionada con la energía es el fluido refrigerante de los transformadores antiguos, que puede contener bifenilos policlorados (PCBs).
Las emisiones sólidas y gaseosas de las incineradoras de residuos son potencialmente muy peligrosas, por la heterogeneidad del material que queman. Pueden contener dioxinas, furanos y otros organoclorados, y metales pesados como plomo, mercurio, cadmio, cromo, arsénico, etc.
Las incineradoras solucionan estos problemas elevando la temperatura de combustión y filtrando cuidadosamente los gases de salida. Las cenizas también reciben un tratamiento de inertización. De esta forma, no superan los límites legales de emisión, aunque persiste la duda sobre si esto convierte los gases en inocuos.
¿Cuál es el origen de los compuestos tóxicos?
Solución sostenible- Evitar la quema de productos precursores de tóxicos organoclorados (por ejemplo, determinados tipos de plástico como el PVC, que tiene cloro en su composición).
- Reducir el empleo de procesos energéticos basados en el manejo y quema de hidrocarburos.
IIQAB
Instituto de Investigaciones Químicas y Ambientales de Barcelona.
ISTAS
Fundación de Comisiones Obreras para promover la salud laboral y la protección del medio ambiente.