El SO2 es un contaminante clásico, que alcanzó su máximo nivel de emisión hace décadas y que desde entonces está en retroceso. No obstante, sus efectos persistirán durante muchos años. El vertido de SO2 a la atmósfera creció hasta un máximo de 2,6 millones de toneladas al año hacia 1980. A partir de entonces, la importación de carbón sin azufre y la mejora de los procedimientos de combustión en centrales térmicas redujeron paulatinamente esta cifra. La inmisión en la ciudad de Madrid alcanzó su máximo hacia 1975. A partir de entonces inició un descenso paulatino. Hoy en día los niveles de inmisión medios son siete u ocho veces inferiores a los de aquella fecha.
La concentración de dióxido de azufre en la atmósfera de las grandes ciudades era un problema muy grave hacia 1970. Madrid superó la media de 150 microgramos de SO2 por metro cúbico de aire en 1973. Bilbao y su área metropolitana dieron cifras todavía peores.
Desde entonces, la erradicación paulatina de las calderas de calefacción de carbón y la prohibición de uso de combustible rico en azufre ha mejorado mucho la situación. El mecanismo de formación de la lluvia ácida es relativamente simple, pero la manera en que actúa sobre la vegetación es un proceso muy complejo en el que influye mucho la composición (ácida o básica) del suelo.
El SO2 se forma por la combinación del azufre contenido en los combustibles con el oxígeno del aire. Es precursor de otros contaminantes muy peligrosos, como el ácido sulfúrico, que se forma por la combinación de SO2 con el agua contenida en la atmósfera.
El SO2 es el principal vector en la formación de la lluvia ácida. En su peor versión, propia de climas muy húmedos, pueden ser verdaderas gotitas de ácido sulfúrico que caen sobre la ciudad y sus habitantes. Las piedras de las casas y los monumentos ofrecen un aspecto corroído y ennegrecido.
Su efecto sobre los bosques es complejo y a largo plazo. La deposición ácida puede ser en forma seca o húmeda, y se combina con las diferentes partes de las plantas y con el suelo para producir diferentes efectos: pérdida o amarilleo de las hojas es uno de los más frecuentes. En el peor de los casos, el bosque es destruído.
Eliminar el uso de combustibles con contenido en azufre.
Enlaces de interésUnión Europea.
Información sobre la lucha contra la contaminación atmosférica en la UE.
Acid Rain.
Organización sueca de ONGs acerca de la lluvia ácida. (En inglés)