Casi toda la energía que utilizamos viene de tres grandes fuentes: el sol, la fisión nuclear y la materia orgánica fósil. Estos distintos orígenes explican sus diferentes posibilidades de cara a la sostenibilidad.
Fotones solares, minerales radiactivos o hidrocarburos: todos ellos contienen energía en diferente grado de concentración. Tras un proceso de refinado más o menos largo y complejo, todos se convertirán en energía útil.
Energía fósil
Al ser quemados, los combustibles fósiles proporcionan energía útil de modo instantáneo, pero también gran cantidad de sustancias indeseables.
Energía nuclear
La energía de la desintegración del átomo ha conocido un breve auge en la segunda mitad del siglo XX, pero persisten las dudas acerca del riesgo que acarrea su empleo.
Energía procedente del sol
La energía solar ha sido la utilizada en exclusiva por la humanidad en el 99% de duración de su existencia. Hoy lucha por recuperar su posición predominante.
La energía procedente del sol es la que tiene características más claramente sostenibles, pues es inagotable y limpia.
Sucesivas mejoras en su transformación en energía útil la han convertido en la opción energética de más rápido crecimiento.