Menos conocido que el transporte de crudo o de gas, el comercio mundial de carbón emplea miles de barcos y de vagones de ferrocarril, en distancias que van desde unos pocos kilómetros a casi la mitad del hemisferio terrestre. Australia, Indonesia, Sudáfrica y Estados Unidos son algunos de los insólitos orígenes del carbón que se consume en España.
Los bajos precios del carbón en las explotaciones a cielo abierto y la exigencia de quemar combustibles bajos en azufre en las centrales térmicas han impulsado el comercio mundial de carbón desde países lejanos.
En España, centrales térmicas construídas para aprovechar el carbón de una cuenca minera próxima (como As Pontes en la Coruña o Andorra en Teruel) se alimentan hoy en día, paradójicamente, de material combustible extraído a miles de kilómetros de distancia. El transporte de larga distancia puede ser rentable, pero en términos de eficiencia ambiental es un desastre.
El carbón requiere poca transformación para su transporte como energía primaria. Las principales operaciones son el cribado, para extraer cuerpos extraños y obtener una calidad uniforme, y el lavado, para eliminar impurezas.
De las minas al carbón comercial
Solución sostenibleEl transporte de carbón carece de los riesgos de explosión o vertido del transporte de petróleo, y no requiere una tecnología sofisticada ni la construcción de barcos especiales. Su problema principal estriba en la poca adecuación del combustible sólido a una cesta energética sostenible. Es probable que su empleo se reduzca paulatinamente en los años por venir.
Enlace de interésInstituto Mundial del Carbón.
En inglés, con alguna información en español.